Museo del Prado reabre con muestra temporal que busca llegar «al epicentro de la misoginia» del siglo XIX
«Esta exposición no llega tarde, al revés, llega en el momento en que tenia que llegar y como consecuencia lógica del trabajo del museo desde hace unos años», dijo el director del espacio, Miguel Falomir, quien además rechazó las críticas de «machismo'» con respecto a la política del museo.
El Museo del Prado inaugurará este martes 6 de octubre la exposición ‘Invitadas’, la primera muestra temporal tras la reapertura de puertas del pasado 6 de junio y que supone un «viaje al epicentro de la misoginia» del siglo XIX, tal y como ha señalado el comisario Carlos G. Navarro.
La exposición, que se estrena en el Prado seis meses después de que se interrumpiera la programación por la pandemia de coronavirus y que ya estaba prácticamente lista en marzo, reúne una selección de más de 130 obras procedentes en su mayoría de la pinacoteca española que se podrán visitar hasta el 14 de marzo de 2021.
«Esta exposición no llega tarde, al revés, llega en el momento en que tenia que llegar y como consecuencia lógica del trabajo del museo desde hace unos años», ha explicado en declaraciones a Europa Press el director del Prado, Miguel Falomir, quien además rechaza las críticas de ‘machismo’ respecto a la política del museo.
«Siempre se nos acusa de ser un poco machistas, como si fuéramos los únicos, y en este país lo ha sido todo el mundo. Lo que yo puedo decir es que llevo tres años para intentar cambiar eso como director. ¿Hay algún otro museo que pueda decir que en tres años se hayan hecho tantas cosas (en relación a la mujer)?», ha preguntado.
«Es una exposición necesaria», ha añadido Falomir. Mientras, el director adjunto de Conservación e Investigación del Museo del Prado, Andrés Úbeda, ha aludido a estas acusaciones explicando que la pinacoteca es «resultado de la Historia». «No las entendemos (las críticas), lo que uno no puede hacer es inventarse más mujeres artistas», ha lamentado.
En cualquier caso, el comisario de ‘Las invitadas’ ha recordado que esta apuesta «no se trata de una bienal sobre pintoras españolas del siglo XIX». Distribuida en las salas A y B del edificio Jerónimos, la exposición busca principalmente «explicar el molde al que tuvieron que someterse las mujeres en ese periodo, desde las obedientes hasta las más luchadoras».
LA BESTIA HUMANA
Para ello, se recurre a obras que en su mayoría fueron premios nacionales o adquisiciones del Estado, que terminaban por convertirse en «picturas doctrinarias». «El Prado ha sido heredero directo de esas adquisiciones. No va a ser fácil para los espectadores, porque algunas son violentas para la mirada, aunque pasaron sin polémica en el siglo XIX», ha apuntado Navarro.
Por ejemplo, a través de las 17 secciones de las que se compone la muestra, el visitante podrá detenerse ante las obras de Antonio Fillol, como son ‘La bestia humana’, donde una mujer llora desconsolada ante la indiferente mirada de la persona que ha pagado por sus servicios sexuales; o ‘La rebelde’, una muchacha gitana expulsada del poblado.
También se puede ver en las pinturas la idea de ‘mujer caída’ que se pretendía transmitir como «advertencia moralizante» -un ejemplo de ello sería ‘Falenas’, de Carlos Verger Fioretti- o la representación que se les atribuía como «alegoría de todos los vicios» -desde la pereza hasta la ‘Soberbia’ representada por Baldomero Gili y Roig-.
EL MITO DE ‘JUANA LA LOCA’
Pese a que muchos de los pintores de la época mostraban un rigor arqueológico que rozaba el exceso para reconstruir personajes, en el caso de Juana de Castilla se ven numerosos óleos «sin reparos en construir el mito romántico de la locura por amor, del que ya había datos que lo rebatían».
También se incluyen piezas con momentos de lecciones a niñas «en desigualdad» -cuando la famosa Ley Moyano priorizaba renunciar a estudios en favor de ‘sus labores’- o «advertencias» para mujeres ‘descarriadas’ -como en el cuadro ‘Perdonar nos manda Dios’, de Luis García Sampedro, con una muchacha que vuelve a su casa con una hija sin su padre, y al que solo le puede ayudar a la redención la figura eclesiástica-.
«Las mujeres nunca accedieron a las condiciones que sí gozaron los hombres artistas, permanecieron como unas invitadas de segunda», ha lamentado el comisario. Para el futuro de estas obras -en su mayoría hasta este momento ocultas al gran público-, el museo todavía no ha decidido, aunque Falomir sí ha adelantado que varias de ellas acabarán en la colección permanente.
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