Plan de extremistas para secuestrar a gobernadora demócrata de Michigan sigue generando secuelas en EE.UU.
La gobernadora criticó a Trump por no condenar con vehemencia a los extremistas de derecha relacionados al supremacismo blanco, en tanto que desde el equipo de campaña y el mismo Presidente acusaron un intento de politizar el ataque frustrado en contra de Gretchen Whitmer.
El arresto de un grupo de extremistas en un complot para secuestrar a la gobernadora demócrata de Michigan Gretchen Whitmer ha causado un nuevo giro a la contienda política por ese crucial estado en las elecciones
Gretchen Whitmer sabía que tendría la atención pública el jueves. Y decidió no desaprovecharla.
Horas después de que el FBI reveló que un grupo extremista había planeado secuestrarla, la gobernadora demócrata de Michigan ofreció a su estado -y a la nación- un mensaje que no escatimó palabras a la hora de decir a quién culpaba por la amenaza: El presidente Donald Trump era cómplice por «dar apoyo a aquellos que diseminan miedo, odio y división».
Fue una medida familiar para una gobernadora que reiteradamente se ha enfrascado en acaloradas disputas públicas con Trump que solamente pudieran perjudicar al presidente en un estado crucial contra el candidato demócrata Joe Biden. Aunque se arriesgaba a politizar el momento, la gobernadora dijo el viernes que no dudó en desafiar al presidente.
«Estoy criando a dos hijas que quiero que sean atrevidas, y que cuestionen el poder», afirmó Whitmer en una entrevista con The Associated Press.
El discurso de Whitmer tuvo el impacto esperado. En lugar de expresar preocupación por la seguridad o la salud de la gobernadora, Trump dijo que ella había «hecho un trabajo terrible como gobernadora» y que «en lugar de decir gracias, me llama supremacista blanco», recordándoles a los votantes en el estado la defensa por el presidente de los grupos de extrema derecha.
Algunos republicanos expresaron el viernes preocupación de que la reacción de Trump le perjudicase en un estado que él trata desesperadamente de ganar el 3 de noviembre. Y los votantes republicanos en Michigan detractores de Trump se dijeron incrédulos de que los líderes del partido en el estado no hubiesen reprobando las declaraciones de Trump, o al menos se hubiesen manifestado en contra.
«Estoy asombrado de que en las últimas 24 horas ningún otro republicano ha denunciado la retórica de Trump», dijo Jeff Timmer, un ex estratega republicano que se ha distanciado del partido desde la elección de Trump. «Nadie se ha atrevido a dar la cara».
Tras emitir una declaración el jueves ofreciendo sus «buenos deseos y oraciones» a la gobernadora y su familia, el líder de la mayoría republicana en el senado de Michigan, Mike Shirkey, participo en una protesta contra las restricciones de Whitmer a negocios estatales.
Con las declaraciones del viernes, Whitmer pretendía atraer a republicanos de Michigan inconformes con el estado del partido.
La gobernadora citó un discurso de 1981 que el presidente Ronald Reagan ofreció ante la Asociación Nacional para el Progreso de la Gente de Color en el que arremetió contra los estadounidenses «que aún tienen nociones pervertidas de lo que representa Estados Unidos».
Whitmer dijo el viernes que ella usó la cita para resaltar que «ser un buen líder estadounidense no es algo partidista. Es reconocer que no hay cabida para odio, prejuicios y violencia en Estados Unidos… todos deberíamos estar en contra de eso».
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